sábado, 6 de julio de 2013

Entre Col y Col: Lechuga





Y como también decía mi abuela, el que quiere la col quiere las flores de alrededor. Pues así somos, ya sabéis sobre todo nos encantan las cosas del campo, cultivar la tierra y criar los animales, pero de vez en cuando y dependiendo de las fechas nos adaptamos a la perfección con las cosas de la mar.

Siempre nos gustaron las sardinas, pero lo que de verdad nos apasiona es hacerlas al más puro estilo marengo. Realmente aprendí de una muy buena persona y algo más que amigo, Matías, que es más de campo que cualquier otra cosa, pero el aprendió de un autentico marengo y tuvo la delicadeza de enseñarme y lo hizo bien, bien, vamos que en los últimos quince años no se me ha caido ni una sardina, eso es tener un profesor de categoría, y como dicen los orientales, pobre del alumno que no supere a su maestro, así que felicidades a Matías por sus enseñanzas, sobre todos las humanas que ahí no le he superado.


El equipo





Ya os imaginais, pero yo os aclaro, comer sardinas para nosotros no es hartarse de pescado, es un ritual donde intervienen un montón de elementos pero sobre todo el equipo y la ilusión con la que se hace. Como decía antes, lo que más nos gusta es hacerlo en el suelo, con las cañas que nosotros mismos cortamos y con la leña que nos proporciona el campo. Cada uno asume su papel y a la vez todos asumimos un fin común, pasarlo bien y aprender muchas cosas.




La bella Manuela ha asumido el papel de aprendiz, relevando a Jose y a Fernin, que ahora se encargan de la intendencia, trayendo platos y alguna que otra cervecita, porque Leti y yo sin cervecita no lo vivimos igual. Mateo que no puede tener maestro ni se siente aprendiz de nada, ha decidido por su cuenta encargarse del fuego, la verdad es que a mi amada y a mí siempre nos gusta que los niños tengan una relación de respeto y aprecio por el fuego y a decir verdad lo dominan y eso nos hace sentir orgullosos, tienen una conciencia del fuego muy real, sobretodo saben lo necesario y lo peligroso que puede llegar a ser.



Continuando con nuestra tradición, hemos llegado al punto de que este año no se han hecho sardinas hasta que ha venido nuestro miembro más lejano, Julianilla, por supuesto es la más ferviente entusiasta de los espetos en el campo, le encantan sin más. Es como el Lolo que se nos está haciendo mayor, pero se organiza para aparecer siempre que hay sardinas, un fenómeno, espiritual sobretodo.