viernes, 9 de agosto de 2013

Cabañuelas... Agosto frío en rostro


Es un mes maravilloso, como todos los demás, pero éste nos aporta todo lo que queramos aprender, experimentar y sobre todo contemplar para interpretar.

Mucho se lleva escrito sobre las cabañuelas, pero hay mucho más que no está en ninguna parte y sólo depende de nosotros, lo que a mí personalmente me parece de valor incalculable, claro que eso depende de lo que cada uno de nosotros valoremos y estemos dispuestos a observar.

Tengo muy buenos recuerdos entorno a las cabañuelas, sobre todo porque mi tío Juan nos inició con un entusiasmo incomparable a nada cuando éramos muy pequeños, y estas fechas eran como un gran ritual para nosotros que éramos muy niños. Tomábamos todas las señas que en aquélla maravillosa Sierra de Cártama pudieran darse, había veces que hacíamos hasta guardias o turnos para que nada escapara a nuestros ojos pero sobre todo a los sentidos. Si mi tío Juan decía que podríamos predecir el tiempo es que aquello era posible y para los que dudan les afirmo que así sigue siendo y será.

No trato de enseñar nada sobre cabañuelas en este escrito, primero porque no tengo conocimientos para ello y segundo porque es una materia tan extensa que sería imposible encontrar consenso y acuerdo.

Lo que si pretendo es motivar la atención de todos hacia esa gran desconocida de hoy que es la naturaleza y el entorno en el que vivimos, incluyendo todas las cosas que pasan en el suelo y en el cielo.

Las cabañuelas son la magia misma a disposición de todos y de forma gratuita, no hay riesgos, unas veces acertaremos y otras aprenderemos un montón.

Ya desde siempre se observó, desde los míticos Gargoris o Habis, grandes precursores de la agricultura y apicultura respectivamente, pasando por Ibn Al Awwan con su tratado de agricultura o Abraham Zacuto ( éste no sería muy buen pronosticador, no pensó que Colón llegaría a Las Indias, pero visto lo que hicieron casi mejor que nunca hubieran llegado), y así una larga lista pasando por Lamarck, gran admirado por los meteorólogos, aunque ni siquiera se llamaba así, o personas de gran calado en la historia reciente de las cabañuelas como el Pastor del Gorbea.

Lo importante de todo esto no es que haya muchas personas que a lo largo de la historia con su brillantez hayan dado auge a la predicción del tiempo y en definitiva a las cabañuelas, sino que a día de hoy existen muchos anónimos que siguen mirando las nubes, los hormigueros, las crías de perdiz, los cambios de vientos, las humedades repentinas etc, etc y después se interpretan con más fe y seguridad que cualquier otra cosa.

Como decía antes, imposible buscar un consenso en torno a esto, ni siquiera el nombre, por aquí son cabañuelas, en el norte témporas, en la mar otro nombre. Las hay de ida y de vuelta, universales y retorneras, después trasladarlas, casarlas, interpretarlas y así hasta infinito. Lo importante es que sepamos que este mundo que nos rodea nos habla constantemente y nos avisa de todo, no nos quedemos con los ojos cerrados y sin escuchar nada. No pasa nada porque exista un satélite y un buen programa del tiempo todos los días, lo que si pasa y grave me parece, es que no estemos a las señales de la naturaleza, aunque si en muchos casos no escuchamos ni a nuestro vecino ¿quien está dispuesto a escuchar un árbol?




1 comentario:

  1. Cada vez lo tengo más claro...hay que mantener el contacto con la naturaleza ¡Aunque seamos urbanitas, podemos!

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